Francia y Bélgica se dejaron la pólvora. Cero a cero con sinfonía de Ribéry y muy poco de Benzema. Exorbitante De Bruyne, y un bosquejo de Hazard. Fellaini como un espejismo y una Francia bipolar, supeditada a como acostumbra en tiempos modernos. Platillo sabroso en Bruselas, aunque falto de cocción.
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